Última fiesta de cumpleaños, una mirada preocupada,

refleja un mañana ausente, sin gritos que me señalan.

En su mente transparente, veo planes diciendo que no me vaya

y su angustia se infla en un globo, como si fuera a olvidarla.

Pasos desanimados acompañan el camino hacia a su miedo.

El viento le anticipa un adiós, pero ella se contiene.

  Discreción, dibuja una sonrisa de caramelo,

siendo domingo, ella dice que mañana es viernes.

Ella, mi escuela primaria, ambiente de infancia,

recreos de risas, desfiles feriados, lecciones de amor.

Con paseos al centro de la ciudad, a la plaza molestábamos,

ella enfadada de reclamos, con helados nos contentábamos.

El señor de los helados, esperando su clientela,

ahora es recuerdo de la emprenda a mi diversión.

  Volviéndose en terminal de despedida que encomienda

a un lugar lejos del sol y diferente a mi nación.

La despedida de aquel día es mi clausura de primaria.

“Las golondrinas” tocaban y yo… salía marchando.

Ella en el camión hacia la casa, sentada y esperando

el momento de mi partida para después… soltar el llanto.